sábado, 26 de abril de 2014

La necesidad de una expansión en Venezuela

Debo reconocer, necesariamente, que no soy periodista deportivo. Al menos no aún, ya que, muchas veces, me he planteado la posibilidad de asumir la Comunicación Social como segunda carrera universitaria. La primera fue la de Idiomas Modernos en la UCV, pero eso es cuento de otra historia.

Yo sólo soy un simple fanático de los deportes, principalmente del fútbol, pero sé reconocer la importancia y la necesidad de la práctica del Béisbol como práctica deportiva, como pasión venezolana, como rito cultural típicamente caribeño. Tanto el fútbol como el béisbol generan las más intensas pasiones en nuestro país, pero evidentemente, sigue siendo el deporte de los bates, guantes y pelotas el claro dominador en cuanto a la preferencia de la fanaticada deportiva venezolana, muy a pesar del reciente crecimiento del interés en nuestro fútbol.

Esta pasión y este interés por el béisbol lleva a que muchos niños y jóvenes decidan emprender la práctica de este deporte, primero, como actividad lúdico-recreativa y luego, para muchos podría resultar una profesión, una actividad lucrativa, una forma de vivir.

Por todas partes de nuestro territorio nacional podemos encontrar miles de escuelas y escuelitas de todos los tipos y de todos los tamaños cuyo único interés es formar a esos peloteros que en el futuro podrían darle grandes glorias a nuestro país. Escuelas muy humildes y de escasos recursos de donde han salido, salen y seguirán saliendo jugadores de la talla de Miguel Cabrera, Carlos González, Pablo Sandoval, por mencionar sólo algunos de los muchos venezolanos que nos representan con orgullo en las Grandes Ligas.

Desde la década de los 90 a esta parte, el crecimiento demográfico, poblacional no puede ser considerado sino exponencial ya que pasamos de los clásicos 20 millones de habitantes a los ya probados 30 millones de venezolanos que habitamos dentro de las fronteras de nuestro amado país. Quiere decir este dato que la población creció casi en un 50% en menos de 20 años lo que genera consecuencias positivas y negativas para toda la actividad llamada béisbol.

Entre las positivas podemos enumerar que crece la cantidad de adeptos y fanáticos de esta práctica deportiva; crece, también, la atención sobre la práctica profesional de este deporte; crece la necesidad de encontrar nuevas formas de atención para la creciente fanaticada del béisbol en Venezuela; crece el interés en la práctica y los practicantes de la misma por lo que los niveles de competitividad van aumentando y la calidad de los torneos, en teoría, debería ir subiendo.

Pero no todo es tan positivo como parece y entre los efectos negativos es que al aumentar la cantidad de practicantes son muchos los jóvenes esperanzados que se quedan fuera y sus sueños de llegar a la élite se ven frustrados.

Es verdad que no podemos medir el éxito de nuestro béisbol por la cantidad de jugadores que llegan a Grandes Ligas pero sí creo necesario hacer una revisión profunda en la cantidad de equipos profesionales de nuestro campeonato profesional de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP). Es decir, mientras el país creció en 10 millones en dos décadas, los equipos profesionales del país siguieron siendo los mismos 8 de hace al menos 20 años.

Veamos el ejemplo del basquetbol que realizó una expansión, en apariencia exitosa, y que ha generado un incremento en el seguimiento, emoción, espectáculo y calidad del basquetbol venezolano y con excelentes resultados. Lo más impresionante es que se juega en  sedes tan distantes como Puerto Ordaz  y Maracaibo, sólo por mencionar algunos casos.

El punto fundamental de esta disertación es desmitificar esa palabra que tanto horror produce a los dueños de equipos de LVBP, a la directiva de la liga y a su Presidente actual, el Sr. Oscar Prieto Párraga. Si bien es cierto que hay grandes diferencias entre el béisbol profesional y la práctica de otros deportes como el baloncesto, también es cierto que la LVBP está en mora y en deuda con el país y la nación beisbolera que, lejos de concentrarse en grandes ciudades como Caracas, Maracay, Barquisimeto y Valencia, también está regada en centros y ciudades importantes y a los cuales nuestro circuito rentado puede y debe llegar.

Con la más que posible mudanza de los Tiburones de La Guaira al Estado Vargas, su lugar de origen y el sitio que representan, con la comentada y sabida construcción de un estadio para este equipo en “El Pavero” en Macuto, parece que, de alguna forma, habrán cambios obligados en lo que respecta a los ejes de poder y control de nuestro béisbol venezolano. Tiburones, la institución, se verá obligado a generar y a animar una ya existente base social que aúpe, que ya existe, al equipo todos los días en su propio estadio, de manera que la mudanza del equipo de Caracas a Macuto no sea traumática sino que por el contrario, sea beneficiosa, rentable.

Por su parte, la Alcaldía de Caracas ya inició el año pasado los trabajos necesarios para la construcción del Gran Parque Hugo Chávez en las inmediaciones del Hipódromo de Caracas y aledaños a la zona del Poliedro de Caracas. Si bien es cierto que el proyecto es grande y ambicioso, la parte destacable para nuestra disertación es la supuesta construcción de un gran estadio de béisbol con capacidad para 35 mil personas que vendría, por fin, a reemplazar al vetusto Estadio Universitario de la UCV.

Sin embargo, estos no deben ni pueden ser el único paso a dar para que nuestro béisbol sea capaz de adaptarse a la creciente demanda e interés por la disciplina: Debe hacerse algo más. Ese algo más no se traduce en otra cosa que no sea una nueva expansión a gran escala.

Es risible y hasta humillante como dirigentes de nuestro béisbol, como José Grasso Vecchio, han asomado la posibilidad de hacer una expansión de la LVBP pero fuera de nuestras fronteras y entre los sitios mencionados se habla de Aruba, Curazao y Cartagena, sin ni siquiera tomar en consideración la demanda interna de la fanaticada. La expansión siempre debe hacerse dentro de nuestros límites territoriales y la expansión no puede ser evaluada por simple factores económicos y de mercadeo, por el contrario, debe haber un mayor interés en fomentar y promover valores a través de la práctica deportiva y colaborar en la incesante lucha contra vicios, ocios y malas costumbres que parecen imperar en nuestra juventud y nada mejor que el béisbol como solución, entre varias, para atacar problemas como delicuencia, drogas, etc. En pocas palabras, la LVBP debería pensar también en el capital social producto de una posible expansión por encima incluso de los beneficios económicos que esto pudiese producir ya que una mayor masificación de esta actividad deportiva, tarde o temprano derivará en beneficios económicos para todos los equipos.

Es cierto también el tema de la expansión se torna difícil debido al problema del traslado de los equipos a distancias muy grandes y ante esto creo que la mejor salida debe ser abordar el tema junto con el Ministerio del Deporte, aprovechando que el actual ministro fue jugador profesional, e incluso con otros entes como el Ministerio de Transporte Terrestre y el Ministerio de Transporte Aéreo y Marítimo. ¿Para qué reunirse con otros entes y no ser autónomos en esta decisión? Y la respuesta es muy sencilla, ya que indudablemente, son esos ministerios los que podrían facilitar las herramientas de traslado y apoyo logístico para que los equipos no tengan contratiempos en sus viajes a otras sedes y el tema de la expansión sea lo más natural, positiva y ventajosa para todas las partes involucradas.

Ahora bien, supongamos que ya todos los temas conflictivos podrían ser resueltos, la pregunta que vendría al caso sería: ¿A qué ciudades debería llegar la expansión? La respuesta también está a la mano: Puerto Ordaz en el Estado Bolívar y San Cristóbal en el Estado Táchira.

¿Por qué esas ciudades y no otras? Bueno, esas ciudades cuentan con grupos económicos que llevan tiempo interesados en tener un equipo de béisbol profesional en sus ciudades; ambas iniciativas cuentan con el apoyo gubernamental de sus estados y/o alcaldías; son plazas que nunca han tenido algún equipo perteneciente a la LVBP y cuando se han realizado tanto en La Ceiba (Puerto Ordaz) como en el Metropolitano (San Cristóbal) algún juego de exhibición, los llenazos son espectaculares y el interés para asistir a esos juegos es notorio. Como último detalle, cabe destacar la existencia de edificaciones, estadios, red hotelera de gran nivel, aeropuertos nacionales, etc. que facilitarían los temas logísticos para cualquiera de las escuadras de nuestro campeonato.

Pero esto no puede quedarse sólo en esas dos ciudades, podría hacerse una expansión de tres equipos, cuatro equipos, pero seguramente, la que saldría aprobada sería una aprobación de sólo dos equipos, las ya mencionadas. Viendo esto, debemos entonces promover o preparar desde ya la próxima expansión de nuestro béisbol, del campeonato de béisbol profesional, y allí podrían entrar ciudades como Acarigua, que ya tuvo a Pastora de Los Llanos sin grandes éxitos y cuenta con el estadio “Bachiller Molina”, y Coro en el Estado Falcón, cuna de grandes peloteros y ciudad de la que desconocemos la existencia de alguna edificación beisbolística.

Para que la nueva expansión funcione, debe ocurrir también una transformación del esquema del campeonato; esto implicaría abandonar la forma actual de todos contra todos para pasar a un esquema ya usado que es el de Divisiones, y estas serían una División Occidental compuesta por 5 o 6 equipos y una División Oriental compuesta por 5 equipos.

Las divisiones quedarían de la siguiente forma:
División Occidental
División Oriental
Tigres de Aragua
Leones del Caracas
Cardenales de Lara
Navegantes del Magallanes
Águilas del Zulia
Tiburones de La Guaira
Deportivo Táchira
Caribes de Anzoátegui
Duros de Falcón
Bravos de Margarita
Lanceros de Portuguesa/Pastora de Los Llanos
Diamantes de Bolívar

Claro, sabemos que un escenario que difícilmente se ejecutará en los próximos años, pero creo yo que es el escenario ideal que permitirá la masificación del béisbol nacional venezolano sin necesidad de pensar en aventuras exóticas como Cartagena de Indias o Aruba que, sinceramente, no dejan de ser ideas ridículas con el único interés de generar dinero, capital, pero no capital social.


Esperemos que a los señores directivos de LVBP se les abra al entendimiento y finalmente comprendan que la apuesta de la expansión, seguramente riesgosa, tendrá éxito a largo plazo y dejará una mayor estabilidad y masificación del llamado deporte nacional venezolano.

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