Debo reconocer, necesariamente, que no soy periodista
deportivo. Al menos no aún, ya que, muchas veces, me he planteado la
posibilidad de asumir la Comunicación Social como segunda carrera
universitaria. La primera fue la de Idiomas Modernos en la UCV, pero eso es
cuento de otra historia.
Yo sólo soy un simple fanático de los deportes,
principalmente del fútbol, pero sé reconocer la importancia y la necesidad de
la práctica del Béisbol como práctica deportiva, como pasión venezolana, como
rito cultural típicamente caribeño. Tanto el fútbol como el béisbol generan las
más intensas pasiones en nuestro país, pero evidentemente, sigue siendo el
deporte de los bates, guantes y pelotas el claro dominador en cuanto a la
preferencia de la fanaticada deportiva venezolana, muy a pesar del reciente
crecimiento del interés en nuestro fútbol.
Esta pasión y este interés por el béisbol lleva a que muchos
niños y jóvenes decidan emprender la práctica de este deporte, primero, como
actividad lúdico-recreativa y luego, para muchos podría resultar una profesión,
una actividad lucrativa, una forma de vivir.
Por todas partes de nuestro territorio nacional podemos
encontrar miles de escuelas y escuelitas de todos los tipos y de todos los
tamaños cuyo único interés es formar a esos peloteros que en el futuro podrían
darle grandes glorias a nuestro país. Escuelas muy humildes y de escasos
recursos de donde han salido, salen y seguirán saliendo jugadores de la talla
de Miguel Cabrera, Carlos González, Pablo Sandoval, por mencionar sólo algunos
de los muchos venezolanos que nos representan con orgullo en las Grandes Ligas.
Desde la década de los 90 a esta parte, el crecimiento
demográfico, poblacional no puede ser considerado sino exponencial ya que
pasamos de los clásicos 20 millones de habitantes a los ya probados 30 millones
de venezolanos que habitamos dentro de las fronteras de nuestro amado país.
Quiere decir este dato que la población creció casi en un 50% en menos de 20
años lo que genera consecuencias positivas y negativas para toda la actividad
llamada béisbol.
Entre las positivas podemos enumerar que crece la cantidad de
adeptos y fanáticos de esta práctica deportiva; crece, también, la atención
sobre la práctica profesional de este deporte; crece la necesidad de encontrar
nuevas formas de atención para la creciente fanaticada del béisbol en
Venezuela; crece el interés en la práctica y los practicantes de la misma por
lo que los niveles de competitividad van aumentando y la calidad de los
torneos, en teoría, debería ir subiendo.
Pero no todo es tan positivo como parece y entre los efectos
negativos es que al aumentar la cantidad de practicantes son muchos los jóvenes
esperanzados que se quedan fuera y sus sueños de llegar a la élite se ven
frustrados.
Es verdad que no podemos medir el éxito de nuestro béisbol por
la cantidad de jugadores que llegan a Grandes Ligas pero sí creo necesario
hacer una revisión profunda en la cantidad de equipos profesionales de nuestro
campeonato profesional de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP). Es
decir, mientras el país creció en 10 millones en dos décadas, los equipos
profesionales del país siguieron siendo los mismos 8 de hace al menos 20 años.
Veamos el ejemplo del basquetbol que realizó una expansión,
en apariencia exitosa, y que ha generado un incremento en el seguimiento,
emoción, espectáculo y calidad del basquetbol venezolano y con excelentes
resultados. Lo más impresionante es que se juega en sedes tan distantes como Puerto Ordaz y Maracaibo, sólo por mencionar algunos
casos.
El punto fundamental de esta disertación es desmitificar esa
palabra que tanto horror produce a los dueños de equipos de LVBP, a la
directiva de la liga y a su Presidente actual, el Sr. Oscar Prieto Párraga. Si
bien es cierto que hay grandes diferencias entre el béisbol profesional y la
práctica de otros deportes como el baloncesto, también es cierto que la LVBP
está en mora y en deuda con el país y la nación beisbolera que, lejos de
concentrarse en grandes ciudades como Caracas, Maracay, Barquisimeto y
Valencia, también está regada en centros y ciudades importantes y a los cuales
nuestro circuito rentado puede y debe llegar.
Con la más que posible mudanza de los Tiburones de La Guaira
al Estado Vargas, su lugar de origen y el sitio que representan, con la
comentada y sabida construcción de un estadio para este equipo en “El Pavero”
en Macuto, parece que, de alguna forma, habrán cambios obligados en lo que
respecta a los ejes de poder y control de nuestro béisbol venezolano.
Tiburones, la institución, se verá obligado a generar y a animar una ya
existente base social que aúpe, que ya existe, al equipo todos los días en su
propio estadio, de manera que la mudanza del equipo de Caracas a Macuto no sea
traumática sino que por el contrario, sea beneficiosa, rentable.
Por su parte, la Alcaldía de Caracas ya inició el año pasado
los trabajos necesarios para la construcción del Gran Parque Hugo Chávez en las
inmediaciones del Hipódromo de Caracas y aledaños a la zona del Poliedro de
Caracas. Si bien es cierto que el proyecto es grande y ambicioso, la parte
destacable para nuestra disertación es la supuesta construcción de un gran
estadio de béisbol con capacidad para 35 mil personas que vendría, por fin, a
reemplazar al vetusto Estadio Universitario de la UCV.
Sin embargo, estos no deben ni pueden ser el único paso a dar
para que nuestro béisbol sea capaz de adaptarse a la creciente demanda e
interés por la disciplina: Debe hacerse algo más. Ese algo más no se traduce en
otra cosa que no sea una nueva expansión a gran escala.
Es risible y hasta humillante como dirigentes de nuestro
béisbol, como José Grasso Vecchio, han asomado la posibilidad de hacer una
expansión de la LVBP pero fuera de nuestras fronteras y entre los sitios
mencionados se habla de Aruba, Curazao y Cartagena, sin ni siquiera tomar en
consideración la demanda interna de la fanaticada. La expansión siempre debe
hacerse dentro de nuestros límites territoriales y la expansión no puede ser
evaluada por simple factores económicos y de mercadeo, por el contrario, debe
haber un mayor interés en fomentar y promover valores a través de la práctica
deportiva y colaborar en la incesante lucha contra vicios, ocios y malas
costumbres que parecen imperar en nuestra juventud y nada mejor que el béisbol
como solución, entre varias, para atacar problemas como delicuencia, drogas,
etc. En pocas palabras, la LVBP debería pensar también en el capital social
producto de una posible expansión por encima incluso de los beneficios
económicos que esto pudiese producir ya que una mayor masificación de esta
actividad deportiva, tarde o temprano derivará en beneficios económicos para
todos los equipos.
Es cierto también el tema de la expansión se torna difícil debido
al problema del traslado de los equipos a distancias muy grandes y ante esto
creo que la mejor salida debe ser abordar el tema junto con el Ministerio del
Deporte, aprovechando que el actual ministro fue jugador profesional, e incluso
con otros entes como el Ministerio de Transporte Terrestre y el Ministerio de
Transporte Aéreo y Marítimo. ¿Para qué reunirse con otros entes y no ser
autónomos en esta decisión? Y la respuesta es muy sencilla, ya que
indudablemente, son esos ministerios los que podrían facilitar las herramientas
de traslado y apoyo logístico para que los equipos no tengan contratiempos en
sus viajes a otras sedes y el tema de la expansión sea lo más natural, positiva
y ventajosa para todas las partes involucradas.
Ahora bien, supongamos que ya todos los temas conflictivos
podrían ser resueltos, la pregunta que vendría al caso sería: ¿A qué ciudades
debería llegar la expansión? La respuesta también está a la mano: Puerto Ordaz
en el Estado Bolívar y San Cristóbal en el Estado Táchira.
¿Por qué esas ciudades y no otras? Bueno, esas ciudades
cuentan con grupos económicos que llevan tiempo interesados en tener un equipo
de béisbol profesional en sus ciudades; ambas iniciativas cuentan con el apoyo
gubernamental de sus estados y/o alcaldías; son plazas que nunca han tenido
algún equipo perteneciente a la LVBP y cuando se han realizado tanto en La
Ceiba (Puerto Ordaz) como en el Metropolitano (San Cristóbal) algún juego de
exhibición, los llenazos son espectaculares y el interés para asistir a esos
juegos es notorio. Como último detalle, cabe destacar la existencia de
edificaciones, estadios, red hotelera de gran nivel, aeropuertos nacionales, etc.
que facilitarían los temas logísticos para cualquiera de las escuadras de
nuestro campeonato.
Pero esto no puede quedarse sólo en esas dos ciudades, podría
hacerse una expansión de tres equipos, cuatro equipos, pero seguramente, la que
saldría aprobada sería una aprobación de sólo dos equipos, las ya mencionadas.
Viendo esto, debemos entonces promover o preparar desde ya la próxima expansión
de nuestro béisbol, del campeonato de béisbol profesional, y allí podrían
entrar ciudades como Acarigua, que ya tuvo a Pastora de Los Llanos sin grandes
éxitos y cuenta con el estadio “Bachiller Molina”, y Coro en el Estado Falcón,
cuna de grandes peloteros y ciudad de la que desconocemos la existencia de
alguna edificación beisbolística.
Para que la nueva expansión funcione, debe ocurrir también
una transformación del esquema del campeonato; esto implicaría abandonar la
forma actual de todos contra todos para pasar a un esquema ya usado que es el
de Divisiones, y estas serían una División Occidental compuesta por 5 o 6 equipos
y una División Oriental compuesta por 5 equipos.
Las divisiones quedarían de la siguiente forma:
División Occidental
|
División Oriental
|
Tigres
de Aragua
|
Leones
del Caracas
|
Cardenales
de Lara
|
Navegantes
del Magallanes
|
Águilas
del Zulia
|
Tiburones
de La Guaira
|
Deportivo
Táchira
|
Caribes
de Anzoátegui
|
Duros de
Falcón
|
Bravos
de Margarita
|
Lanceros
de Portuguesa/Pastora de Los Llanos
|
Diamantes
de Bolívar
|
Claro, sabemos que un escenario que difícilmente se ejecutará
en los próximos años, pero creo yo que es el escenario ideal que permitirá la
masificación del béisbol nacional venezolano sin necesidad de pensar en
aventuras exóticas como Cartagena de Indias o Aruba que, sinceramente, no dejan
de ser ideas ridículas con el único interés de generar dinero, capital, pero no
capital social.
Esperemos que a los señores directivos de LVBP se les abra al
entendimiento y finalmente comprendan que la apuesta de la expansión,
seguramente riesgosa, tendrá éxito a largo plazo y dejará una mayor estabilidad
y masificación del llamado deporte nacional venezolano.